No todos los días son iguales
- Carolina Cobo

- 20 jul 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 29 jul
No todos los días tienen el mismo ritmo, y está bien.
A veces, ir más lento también es avanzar.
En un mundo que parece ir a toda velocidad, donde frenar se siente como quedarse atrás, es vital recordar que no somos máquinas. Nuestra humanidad —con sus pausas, emociones y momentos bajos— es justamente lo que nos permite seguir creando y experimentando la vida de forma auténtica. Cuidarte no es un lujo, es una inversión en tu energía y en tus metas a largo plazo.
Muchas veces, nos da miedo detenernos por temor a no cumplir con lo que queremos lograr. Pero descansar no es fracasar. Es necesario aprender a no juzgarnos en esos días en los que no nos sentimos al 100%. Esos momentos de pausa son clave para recargar, respirar y retomar el camino con más claridad.
Si estás teniendo un día así, te invito a darte un respiro. Puede ser algo simple: una caminata, un libro, música suave, meditar o tomarte un té en silencio. Sea lo que sea, hazlo sin culpa. Porque cuando te eliges, te fortaleces.
Tal vez pienses: “¿Y si tengo que trabajar igual?”. En esos casos, puedes hacer pequeños ajustes que te acompañen emocionalmente: poner música que te inspire, tomarte tu bebida favorita o trabajar por bloques cortos. A veces, solo necesitamos suavizar el día.
Hace poco me pasó. Mi mente me decía: “¡Tienes mil cosas pendientes!”, “¡Si no haces esto hoy, te atrasas!”. Pero decidí escucharme. Poner pausa. Atender lo que mi cuerpo pedía. Y al final, confirmé que cuando yo estoy bien, todo lo demás se alinea mejor.
La clave no está en exigirte más, sino en acompañarte mejor.
Haz lo que puedas con lo que tienes, y cuando regreses, hazlo con más calma, fuerza y alegría.



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